Las películas románticas son la peor idea que la mente humana ha podido llegar a imaginar. Efectivamente, este tipo de películas provocan, únicamente, falsas esperanzas y sufrimiento para las personas.
Cada dos parejas de tres acaban separándose. Las historias de amor te llenan la cabeza de ilusiones y escenas que te llegan al corazón haciéndote desear el vivirlas junto a la persona de tu vida.
Mucha gente piensa “enamorarse es lo mejor que te puede pasar en la vida”, pero he llegado a la conclusión de que esa frase, no es errónea, pero está incompleta; el trozo que falta es “si ambos se quieren por igual y están dispuestos a luchar el uno por el otro”. Las personas, intuyo que por puro instinto, sólo piensan en las cosas buenas de las relaciones, pero nunca van a ser igual que en una película, por mucho que lo deseemos. Una relación sólida y duradera es como la lotería, hay que tener mucha suerte para que te toque.
El amor no lo conquista todo. Casi siempre se acaba pronto, suele ser efímero. Sin embargo, las películas nos hacen buscar y esperar a nuestra media naranja para compartir momentos perfectos, además de hacer que queramos sentirnos como cuando vemos esas escenas en ellas; pero, como ya he dicho antes, esas cosas casi nunca pasan, solo a unos cuantos afortunados.
Finalmente, las películas románticas al hacernos creer en el amor, acabamos ahogándonos en profundos charcos de lágrimas, cayendo en depresiones tremendas (no querer salir de casa, pensar que no hay más oportunidades, que nuestras vidas han llegado a su fin…) y otros muchos problemas relacionados con el padecimiento. Aquí es cuando yo me pregunto “A pesar de saber todo lo que enamorarse conlleva, ¿por qué la gente sigue probando suerte?
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