Mil y una maneras de matar la rabia
martes, 8 de noviembre de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
me gustas
cuando estás cerca, me tiembla el ombligo, mi vello se estremece y mi cuello se eriza. Cuando estás cerca, mis oidos te miran con vergüenza, te huelo con los labios, te escucho con la nariz y te sonrío con los ojos... cuando estás cerca, no sé quién está más confuso, si mi cabeza al querer expresarse o mis sentidos..
miércoles, 20 de abril de 2011
Sólo puedo decir que me encanta. En cualquier momento y en cualquier lugar; en la cama, en el sofá, en las escaleras, en un ascensor, viendo la tele o escuchando la radio, en clase o en el trabajo, en un autobús, de fiesta...
Si no lo espero en el momento, ni siquiera pienso en quién ha podido molestarse en hacérmelo, la verdad es que no me importa. Puede que sea un poco egoísta, pero en ese momento sólo puedo pensar en disfrutarlo porque no sé cuanto rato va a aguantar...
Qué le voy a hacer, me vuelve loca que me toquen el pelo...
Si no lo espero en el momento, ni siquiera pienso en quién ha podido molestarse en hacérmelo, la verdad es que no me importa. Puede que sea un poco egoísta, pero en ese momento sólo puedo pensar en disfrutarlo porque no sé cuanto rato va a aguantar...
Qué le voy a hacer, me vuelve loca que me toquen el pelo...
¿MMMMMMMMMMMMMMM?
No sé encontrar un motivo consistente para convencerme de que no quiero acariciarlo con la lengua cuando él me lo pide...
domingo, 3 de abril de 2011
No me olvido de ti
Creo que ya es hora de que sepas que has significado muchísimo para mí. No creas que estoy orgullosa de decirlo (porque no es así), pero es cierto. Me enseñaste a quererte tanto que me dolía. Tanto que mi corazón perdió el compás porque necesitaba seguir al tuyo. A quererte tanto que te soñaba todas las noches porque sabía que cuando despertara ya no me pertenecerías.
He llegado a quererte tanto que hasta te he odiado. Te he odiado por no dejar que me olvide de ti. Porque nunca me dijiste si me querías o me necesitabas. Te he odiado por mirarme y no tener el valor de decirme nada. Pero sobretodo te he odiado porque no he podido odiarte ni un poquito…
No llego a entender el significado de esas miradas cuando nos cruzamos ya sea de casualidad o por cuestiones del dichoso destino. No quiero pensar si quieres decirme con la mirada lo que con la voz no puedes y sin embargo, en cuanto mi retina percibe tu imagen, mi cerebro reconoce que se trata de ti y tarda poco en relacionarte con ideas que se van enlazando hasta crear algún recuerdo de ambos. Entonces, mi imaginación echa a volar imparable, como una máquina antigua de vídeo con el botón de pausa estropeado.
Cuando te fuiste podrías haberme avisado de que habías grabado tu nombre en lo más profunado de mi ser, porque desde entonces todo mi cuerpo se estremece al escuchar tu nombre, y lo peor de todo es que aún sabiendo que nada volvería a ser como entonces, todas ellas te siguen echando de menos.
Cuando te fuiste te llevaste mi inocencia y todas mis ganas de amar. Ya no recuerdo qué se siente cuando te dan un beso cálido, cuando te acarician con ternura, cuando te dirigen una sonrisa sincera o una simple mirada.
Cuando te fuiste me dejaste con un puñado de besos en mi piel y cientos de recuerdos que sólo me sirven para recordarte y que me duela más.
Dicen que a medida que pasa el tiempo, el dolor del desamor desaparece. Pero yo creo que me he acostumbrado a que mis entrañas giman cada vez que el viento susurra tu nombre, a que mi corazón ande perdido y a que cada parte de mi cuerpo muera por una simple caricia tuya.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)

